miércoles, 5 de diciembre de 2012

"El Problema de Aprender Violín a una Edad Demasiado Avanzada"


Sentir impotencia es probablemente la cosa más denigrante que un ser humano puede experimentar. En consecuencia, antes de que una persona adulta - digamos con más de 18 años - se decida a seguir el íntimo deseo de aprender a tocar un instrumento, y en particular aprender violin (o  viola), unas cuantas cosas deberían ser aclaradas, para evitar precisamente esto: ese sentimiento de impotencia cuando uno se ve obligado a decidir, después de un año o dos, si hay que abandonar el intento.

Permítanme proceder gradualmente, con paciencia, para definir el asunto. Las estadísticas muestran que casi todos los violinistas famosos empezaron a estudiar el instrumento a temprana edad: alrededor de 5-6 años, y aún antes. Un adulto dirá: no pretendo ser célebre, quiero solamente tocar una melodías y tal vez entrar en una orquesta de aficionados. ¡Perfectamente plausible! Pero aún así, no debe subestimarse el resultado de esas estadísticas que nos dicen, en resumidas cuentas, que llegar a tocar el violín resulta más fácil si se empieza a temprana edad. Y, en consecuencia, que la cosa se pone más difícil a medida que pasa el tiempo y  uno envejece.
¿Por qué es esto así? Es precisamente esto lo que quiero explicar en estas líneas. Estoy convencido de que es importante saber por qué, ya que siempre puede haber una excepción a la regla, y si el lector está convencido, a pesar de todo, que él, ella o un alumno en ciernes son capaces de superar el handicap de empezar tarde, entonces -por qué no- hay que darle una oportunidad al intento.

Yo tengo alumnos adultos, novatos, que proceden de varias actividades musicales: cantantes, pianistas, guitarristas, bailarines, y también neófitos totales. Éstos últimos probablemente son más fáciles de manejar, porque sus expectativas son menores, y tienen más paciencia hacia el primer objetivo, que consiste en poder tocar una melodía sencilla de forma afinada. Pero el problema básico es el mismo, y lo malo es que poco y nada tiene que ver con música. Tiene que ver con los músculos del cuerpo, psicología, neurología, memoria táctil, relajamiento, paciencia, perseverancia, arrojo, y de nuevo paciencia.




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